En nuestro país existe (aunque se intenta romper) una estacionalidad turística. Eso hace que durante unas épocas del año los hoteles de ciertas zonas estén a rebosar mientras que en otras tengan que cerrar sus puertas porque abrir no es rentable.
Hablamos, por ejemplo, de los hoteles de playa —que en España centran su actividad desde Pascua hasta el puente del Pilar— o de los de esquí —que se limitan a la temporada de nieve—. No obstante, se suelen escapar de la estacionalidad los hoteles urbanos que mantienen una ocupación similar durante todo el año.
¿En qué afecta la estacionalidad de los hoteles a sus reformas?
Pues afecta y mucho. Porque la forma de plantearlo es totalmente diferente.
En el primer caso, la reforma se podría hacer en una sola fase mientras que en el segundo no hay más opción que hacerlo en varias fases y; aunque siempre se intentan minimizar, teniendo en cuenta las molestias que pueda ocasionar a los clientes que estén en el hotel. En este caso, el equipo instalador debe contar con gran experiencia y profesionalidad para incomodar lo menos posible al huésped.
Lo cierto es que no hay ninguna fórmula mágica. Normalmente para el responsable y los ejecutores del proyecto contract es mucho mejor la primera opción. Por el contrario, el hotelero se debate entre dos decisiones complicadas ya que evitar la estacionalidad es una de las luchas más feroces de nuestros hoteles.
¡Qué le vamos a hacer! Es difícil tenerlo todo, ¿no? ¿Qué harías tú?